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Todo acerca de la sensación de movimiento o giros relacionados con el oído.
Para detallar un diagnóstico de vértigo, el primer paso siempre será determinar la naturaleza del problema y su causa. Para ello, el médico otorrinolaringólogo le hará rellenar al paciente un cuestionario, cuyo objetivo es conocer los detalles del cuadro clínico que este padece, los síntomas que acompañaron al mareo, su duración, posibles desencadenantes o qué produjo alivio.
Acto seguido, el especialista procederá a la exploración otorrinolaringológica, analizando oídos, nariz, cavidad oral, nasofaringe y laringe. En ocasiones, puede ser necesario el estudio del nistagmo, un trastorno reflejo que se manifiesta con movimientos rápidos e incontrolados de los ojos (ya sea de lado a lado, de arriba abajo o de manera rotatoria) y se justifica por la conexión que une el cerebro, el sistema vestibular y los núcleos de los movimientos oculares. El médico intentará estimular el nistagmo moviendo bruscamente la cabeza del paciente o introduciendo alternativamente gotas de agua fría y caliente en su canal auditivo.
Un primer test muy sencillo puede ser efectuar una prueba de Romberg. Asimismo, pueden requerirse una tomografía computarizada o una resonancia magnética de la cabeza, que mostrarán, en caso de haberlas, alteraciones óseas o tumores en el nervio facial o del acústico. En caso de que tu médico sospeche de una infección meníngea, te realizará una punción lumbar y, si quiere confirmar una insuficiencia en el riego sanguíneo, pedirá una angiografía.
La manifestación clínica más frecuente para detectar que estás sufriendo vértigo es la sensación de que el cuarto en el que estás está girando o que el propio cuerpo está en movimiento.
Sin embargo, también existen otros síntomas de vértigo:
Algunas recomendaciones para lograrlo serían evitar posiciones extremas de la cabeza o movimientos rápidos de esta, así como minimizar las circunstancias que pueden desencadenar esta afección, como la ansiedad, el consumo de sustancias que provocan alergia o el estrés.
El vértigo se relaciona casi siempre con una alteración del sistema vestibular, situado en el interior del oído interno, que coordina el mantenimiento del equilibrio, al igual que de nuestra postura, y puede ser momentáneo o durar horas o incluso días. Este trastorno puede afectar a cualquiera, adultos y menores; aunque en niños se presenta en forma de crisis espontáneas y pasajeras y en ancianos puede evolucionar hacia una inestabilidad crónica.
Periférico
Central
Cervical
Posicional
Periférico
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Central
Central
Cervical
Cervical
Posicional
Posicional
Una de las causas más comunes del vértigo son las alteraciones en la conexión nerviosa del oído al cerebro o en el propio cerebro, pero existen muchas más, tales como:
El tratamiento del vértigo depende de aquello que lo causa, por lo que no será el mismo en todos los casos. Existen varios fármacos, que se indican siempre según las características del paciente, como los diuréticos, para reducir la cantidad de agua existente en el oído interno y con ello la sensación de vértigo; la betahistina, que reduce la excitabilidad de las neuronas vestibulares; u otros como los antagonistas del calcio y los protectores celulares. Es muy habitual que todos estos medicamentos produzcan somnolencia, especialmente en personas de la tercera edad, por lo que estas prescripciones deberán acompañarse de una dieta baja en sal, una combinación que resulta eficaz en el 70% de los casos.
Si esta primera opción no resulta eficaz, se puede realizar un tratamiento con gentamicina intratimpánica, un antibiótico que se inyecta a través del tímpano, pasa al oído medio y actúa en las células del equilibrio. Y, si así tampoco se soluciona el problema, la única vía posible es pasar por el quirófano para someterse a una neuroctomía vestibular, mediante la cual se corta el nervio del equilibrio manteniendo la audición del paciente, o una laberintectomía, que supone la eliminación de todos los receptores sensoriales del equilibrio, con la consecuente pérdida de audición.
A nivel particular cabe contemplar un tipo concreto, el vértigo paroxístico benigno postural, un trastorno desencadenado al realizar movimientos bruscos y cuyo origen está en el depósito de restos de tipo calcáreo en uno de los conductos semicirculares del oído interno. En este caso para tratarlo hay que extraer dicho material de una zona donde no debería estar o los otorrinolaringólogos pueden efectuar en los pacientes maniobras de liberación.
Además de mejorar el oído, un aparato auditivo puede hacer mucho más. Dado que a menudo la pérdida auditiva se asocia también a un empeoramiento del equilibrio, se ha demostrado que estos aparatos mejoran el equilibrio, reduciendo el vértigo y protegen ante el riesgo de caídas.
Los aparatos auditivos permiten mejorar la capacidad de orientación y detectar el origen de los sonidos, y, en consecuencia, percibir el espacio que nos rodea, evitando vértigos u otros tipos de mareo.
El vértigo en niños es mucho más frecuente de lo que se pueda pensar: es un trastorno habitual en edad pediátrica. En la mayor parte de los casos se trata de un trastorno pasajero y algunas de las causas más comunes pueden ser:
En algunos casos, los mareos en niños se deben al vértigo paroxístico benigno de la infancia, una forma de trastorno del equilibrio sin causa aparente que tiende a desaparecer completamente con el crecimiento.
Sin que importe la causa, la elección de la terapia depende de la forma de vértigo que sufre el niño. En buena parte de los casos, es común recurrir a reposo, cambios en el estilo de vida, tratamiento con antibióticos o antihistamínicos.