La mejor manera de prevenir infecciones y dolores de oídos en los niños es cuidar la higiene auditiva; esto es, promover entre los más pequeños una limpieza habitual sin la introducción de elementos extraños y teniendo cuidado de secar correctamente los oídos después del baño. Igualmente, es importante no bajar la guardia ante las infecciones en las vías respiratorias que provocan acumulación de mucosidad. Y, sobre todo, acudir a los médicos especialistas ante cualquier síntoma de problema auditivo, para evitar que este se agrave por falta del cuidado requerido.
La otitis es común entre los niños y bebés, sobre todo la que se conoce como otitis media. Detectamos su presencia cuando los niños se tocan o se aprietan insistentemente las orejas, cuando se muestran más irritables, lloran o tienen problemas para conciliar el sueño o cuando aparecen supuraciones. De la misma manera, aparece la fiebre y, en algunos casos, puede haber pérdidas de equilibrio y mareos. En el caso de los bebés, los dolores de oídos pueden aparecer asociados a episodios de llanto intenso, fiebre, vómitos y diarrea.
En el caso de los más pequeños, se debe prestar atención a las afecciones que pueden provocar pérdidas auditivas, porque los niños y, sobre todo, los bebés pueden no tener los medios para alertar sobre este hecho. Es necesario mantener un contacto con el especialista y hacer las pruebas necesarias a los más pequeños en cada caso, para evitar que un trastorno auditivo afecte, por ejemplo, el desarrollo del lenguaje. En ocasiones, esas pérdidas de audición pueden ir asociadas a dolencias concretas como otitis o tapones, pero en otros casos pueden ser una llamada de alerta sobre otros trastornos.